por el interpretador

el interpretador, número 37-8 “Los hermanos”, diciembre 2011

 Introducción 

Con motivo del número doble de El Interpretador en que nos planteamos reflexionar, recordar, y poner en cruce las trayectorias intelectuales de “Los hermanos Viñas y los hermanos Lamborghini”, invitamos a Ismael Viñas a compartir con nosotros este espacio –que es también un homenaje a él–, a través de un intercambio epistolar, a modo de entrevista escrita, en el que le planteamos algunos de los ejes que nos estuvieron preocupando y ocupando a lo largo del armado de este último año y medio.

Nos comunicamos por mail, gracias a la gentil gestión de su compañera, Ruby, y él contestó a nuestras preguntas con los textos que aquí publicamos. Les agradecemos a ambos su calidez y predisposición para colaborar con la revista. La propuesta fue que tomara las preguntas como punto de partida o excusa, de modo de remedar la ausencia de conversación oral y hacer oír, aunque diferidas en la escritura, sus propias palabras.

Las respuestas de Ismael Viñas fueron remitidas por Ruby en un escaneado de sus textos mecanografiados, corregidas a mano, con sus manchas de café y sus arrugas. Como de detalles también se arman los afectos, sumamos a esta entrevista una imagen de esos papeles con el fragmento dedicado a David Viñas.

Los subtítulos y el orden en que figuran estas respuestas son los que eligió Ismael para ir comentando los temas que le interesaban de las inquietudes que le enviamos.

Realización: Inés de Mendonça y Diego Cousido.

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Entrevista a Ismael Viñas 

“Me gustaría empezar hablando de David, pues fuimos algo más que hermanos…”

Por El Interpretador

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David

Entrevistas de Perfil

¿Por qué le dejé la literatura a David?

Escribir, praxis política, militancia

La cuestión de la hermandad

Mi formación académica y lo que he escrito

¿Por qué Contorno ha subsistido?

El exilio – volver a publicar en la Argentina

La lucha armada

Aportes del MLN y Acción Comunista

Mitos

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David

EL INTERPRETADOR: ¿Desea usted dedicar algunas palabras en conmemoración de su hermano David? ¿Consideraba usted a su hermano un interlocutor político válido (activo, esperado) de sus análisis y propuestas?

ISMAEL VIÑAS: Me gustaría empezar hablando de mi hermano David, pues fuimos algo más que hermanos, fuimos socios en actividades comunes y en ideas compartidas. Aun cuando hubo algunas discrepancias en éstas, no fueron tan radicales como para alterar nuestra perspectiva. Por ejemplo, él llegó a estar cerca del Partido Comunista, yo en nombre de las agrupaciones a las que pertenecí, llegué a tener cierta colaboración con ellos, pero sin compartir todos sus principios. Él llegó a estar cerca de Carta Abierta, pero sin pertenecer totalmente a ella.

Aunque estuvimos físicamente separados desde que los dos nos exiliamos (yo nunca volví a la Argentina), nos vimos en el exilio (Ruby, mi mujer, y yo, lo visitamos en El Escorial), y nos carteamos con cierta frecuencia. Espero que mis cartas no se hayan perdido, a raíz de su muerte, tan dolorosa, tan complicada. Justamente le escribí algo antes de saber que estaba enfermo, que comenzaba (lo recuerdo vívidamente) “Te extraño tanto…”.

¿Qué contarles?

De adolescentes tuvimos nuestras peleas, aun alguna a puñetazos ¿por qué ocultarlo?, pero después nos reconciliábamos. Y siempre nos prometíamos no volver a hacerlo nunca.

Supongo que es conocido cómo nació Contorno. David se había peleado con Murena, y, justamente en esos días vino a pasar un tiempo en el departamento que Susana Fiorito y yo teníamos en Lanús. Su propuesta fue acogida con entusiasmo, armamos el primer número, y después nos arremangamos y salimos los dos a pegar carteles anunciándolo. “Contorno – una revista denuncialista”, decían.

Lo recuerdo al recibir su novela “Un dios cotidiano”, la primera… Es curioso, nadie en la familia había sospechado que tuviera inclinaciones de escritor. Nuestro padre lo inscribió en el Liceo Militar, y le decía en broma “Uscudún”, por un boxeador de la época conocido como algo bruto.

Murió, y a veces me sorprendo pensando en él como si estuviera vivo, mandándome alguna opinión sobre Argentina.

Murió…

Claro que lo consideraba un interlocutor válido de mis análisis y propuestas. No esperado, pues nuestras preocupaciones eran bien diferentes.

Ahora está muerto, y tengo un vacío en el pecho.

 

Entrevistas de Perfil

En el 2009 usted contestaba a Montes-Bradley –en una entrevista que publicó el diario Perfil– que el apoyo que usted y otros compañeros contornistas brindaron al frondizismo era similar al que los intelectuales de Carta Abierta otorgaban al kirchnerismo, es decir, un colchón de “legitimidad cultural”, y que, tarde o temprano, Carta Abierta iba a distanciarse de los Kirchner. A dos años de ese reportaje y, luego de la muerte de Néstor Kirchner,  ¿cómo interpreta usted los nuevos modos de legitimidad cultural –juveniles, de nuevas militancias y reaparición de ciertos sectores de clase media en la discusión política– que parece sostener el gobierno actual (y futuro) de Cristina Kirchner? ¿Ha cambiado su visión respecto de los Kirchner?

No tomen muy al pie de la letra las entrevistas que me hizo Eduardo Montes-Bradley para Perfil. Justamente me he peleado con él a raíz de la última. Por lo demás, no considero que la presidencia de Cristina es lo peor que podría sucederle a la Argentina. Sobre todo si apuesta a la industrialización.

No puedo opinar demasiado sobre la “discusión política” de sectores de las clases medias que según ustedes parece sostener el gobierno de C. Kirchner, por simple ignorancia.

En cuanto a la afirmación de Montes Bradley sobre la similitud entre parte de Contorno en relación a Frondizi y de Carta Abierta con los Kirchner, nada que ver. Nosotros pusimos condiciones explícitas para trabajar con Frondizi, expresadas a él en persona.

¿Por qué le dejé la literatura a David?

En alguna ocasión usted sostuvo que le había “dejado la literatura” a su hermano David… ¿experimentó, tal vez, la escritura poética como antagónica del pensamiento político? ¿Fue una decisión alejarse de la literatura o más bien fue producto de la necesidad de su propuesta militante?

Lo escribí medio en broma. A mí me gustaba la literatura y, de hecho, escribí algunos libros de poemas. Nunca ha dejado de gustarme, todavía devoro novelas y cuentos. Me “alejé” de escribirla, por necesidades de mi propuesta militante, que no me dejaba espacio ni tiempo para dedicarme a otras cosas. Y también, lo confieso, porque nunca logré hilvanar un diálogo. Eso al comienzo, cuando no estaba todavía absorbido por la política.

Escribir, praxis política, militancia

Revisando las distintas publicaciones periódicas en las que usted colaboró se podría aventurar alguna hipótesis sobre su proyecto político-intelectual… ¿Eran las revistas espacios para la praxis política? ¿Qué lugar ocupó y ocupa para usted la escritura analítica en la práctica militante? ¿Es posible asimilar, en su perspectiva, proyecto intelectual con propuesta política? 

Si tuviera que elegir uno de sus textos como aporte para la discusión política actual en Argentina, ¿cuál sería? 

Partamos de una base, llegué a la militancia política de muy joven en la Facultad de Derecho, milité, realicé exposiciones sobre huelgas obreras y la masacre en la Patagonia, y me enfrenté (no solo, claro) a las bandas del grupo fascista del Centro Nacionalista que en esa época eran el apoyo de Perón en el ámbito estudiantil.

Cuando me acerqué a la izquierda, descubrí que el Partido Comunista y los diversos grupos trotskistas hablaban más de Rusia, de las luchas de Lenin y Trotsky, que de problemas locales. Por mi experiencia del campo advertí que la idea un “agro semifeudal” del PC estaba equivocada, y muy pronto descubrí que también lo estaba la lucha por la “liberación nacional” que proponía.

(A esto último, a cabalidad cuando ya era parte del MLN, al leer en las Obras Completas de Lenin –que leí tomo a tomo, mientras estaba refugiado en la casa un amigo).

Por lo tanto, la necesidad de escribir para aclarar mis ideas y difundirlas era imprescindible. No se trataba de un proyecto separado, sino parte de una misma vida, de una misma praxis.

Para mi confusión, descubrí que la liberación nacional ya había sido alcanza al leerlo en las Obras Completas de Lenin –que cita específicamente el “caso” argentino. Por eso propugné la disolución del MLN, y pasé a militar en Acción Comunista.

No sé que se piensa ahora en la Argentina, pero recomendaría mis libros Tierra y clase obrera y La liberación Nacional. O tal vez, si esa discusión está superada, uno de mis últimos textos: Acerca de la globalización.

 

La cuestión de la hermandad

¿Significó, para usted, un punto de partida intelectual contundente el trabajo compartido con su hermano en los años 50 y 60? ¿O, más bien, fue la experiencia e influencia familiar lo que posibilitó aquellos proyectos intelectuales en común?

¿Los distintos procesos formativos fueron significativos en esa “división” de enfoques culturales y analíticos entre usted y su hermano?

El trabajar junto a David fue, sobre todo, un punto de afirmación más amplio sobre la necesidad –posibilidad de escribir–; yo ya lo había hecho en revistas ajenas, publicando algunos textos. Recuerdo la revista Centro del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Pero la colaboración en Contorno me enseñó la necesidad de trabajo duro y constante.

La experiencia e influencia familiar fue nula en cuanto al escribir. Leí mucho en la biblioteca de mi padre (que era abundante y variada, variadísima). Pero en cuanto a escribir, nadie en la familia lo había hecho. Al respecto, he contado que nuestro padre nos insistió antes de morir para que buscáramos y publicáramos un texto suyo, titulado “¿Por qué fui un mal juez?”. Pues lo buscamos, preguntamos, rebuscamos… y nunca encontramos nada.

Claro está que la diferencia de formación fue clave para las distancias en el quehacer de David y yo. Él estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, yo en la de Derecho; me formé en la lectura de Marx, Rosa Luxemburgo, Lenin (y leerlos quiere decir mucho más que leerlos: absorber ávidamente sería más realista).

 

Mi formación académica y lo que he escrito

Considerando que su formación académica proviene de la abogacía… ¿cuál o cuáles fueron las influencias fundamentales que usted reconoce para haber elegido una mirada más bien de análisis económico en sus textos periodísticos y en sus libros?

Mi formación académica es de abogado, cierto. Y podría contarles bastante de por qué elegí esa carrera y de cuáles fueron mis desilusiones. La elegí, en parte, porque mi padre fue abogado, en parte llevado por la ilusión de defender causas de pobres, humildes y oprimidos. Ilusiones que nada tuvieron que ver con la realidad. Tuve asuntos vulgares, y ejercí en verdad bastante poco tiempo. Algo divertido: me recibí con una materia de menos, pues el peronismo, al intervenir las Universidades, cambió los planes de estudio, quitando y agregando materias. Lo que no obtuvo fue profesores para todas; en mi caso, agregaron derecho aeronáutico, sin encontrar profesores que lo dictaran. Así que, un tiempo después la dieron por aprobada, y extendieron los diplomas sin más. Pues… ¡las noches de insomnio que tuve, por soñar que me acusaban por ejercicio ilegal de la profesión!

Las influencias que signaron mi pensamiento fueron, fundamentalmente, Marx y Rosa Luxemburgo (por supuesto Lenin, al que leí íntegro), en cuyos textos fui iniciado por Pedro Milessi, un obrero que se había educado, y que jugó un papel importante en las huelgas de la época. Y, por supuesto, en mi vida, pues no solo conocí por él las primeras ideas de izquierda, sino que me casé con una joven que era alumna suya: Sara Billino.

Llegué a intentar una traducción de El capital, traduciéndole del francés, el inglés y el italiano por pedido de la editorial Granica. El trabajo se cortó por el exilio, tanto mío como de él, Juan, el dueño de la firma.

 

¿Por qué Contorno ha subsistido?

Tal como se ha sugerido en repetidas ocasiones, y usted mismo ha señalado en el prólogo a la edición facsimilar de Contorno, la experiencia de la revista que usted dirigiera parece haber marcado a todos los miembros de un modo fundacional por el resto de su trayectoria intelectual. ¿Cuáles considera que han sido los elementos fundamentales por los que el proyecto contornista ha subsistido como una presencia activa en el campo intelectual argentino?

¿Sabían ustedes que en la época de la aparición de Contorno casi ningún escritor se atrevía a usar el “vos” en la Argentina?. Excepción: Arlt, ¿recuerdan el “rajá, turrito, rajá”?. Que todo el ámbito rioplatense hablaba de “vos”, pero que en los diarios y revistas se escribía de “tú”. Hasta en las cartas familiares la gente escribía “tú” y no “vos”.

Tal afán de abrazar la realidad signó toda la tarea de Contorno. Analizar la literatura y la política con ojos despojados de velos, saliera lo que saliera. Cavando con la mayor profundidad posible –a riesgo de ofender en algunos casos, como de hecho ocurrió. Supongo que eso es lo que ha prolongado su vida “como una presencia activa”, tal como dicen ustedes.

El que “Contorno nos haya marcado a todos los que colaboramos en el proyecto” es algo de lo que no estoy tan seguro. ¿En Sebreli, en Noé? No sé. Salvo quizás en el afán de trabajo.

Respecto de los reportajes que me ha hecho Montes-Bradley. No tomen al pie de la letra lo que me hace decir. De hecho, nos hemos peleado a raíz del último que hizo para Perfil. Mandé una carta aclaratoria a la redacción (que creo que no se ha publicado), en la que trataba de aclarar mis diferencias con lo que se decía allí y mi pensamiento (expresado por escrito en algunos casos). Sobre lo que ustedes se interesan en particular (que “Carta Abierta” se iba a terminar distanciando de los Kirchner, por ejemplo) yo no opiné nada. En cuanto a los Kirchner en sí, prefiero contestar aparte. [ver apartado anterior “Entrevistas de Perfil”]

 

El exilio – volver a publicar en la Argentina 

¿Cómo influyó la experiencia del exilio en su visión de la escritura política en la Argentina? ¿Y en su propia escritura?

¿Cómo fue la experiencia de volver a publicar en la Argentina a través de la editorial Paradiso? ¿Piensa usted en lectores argentinos como interlocutores activos al producir sus análisis político-económicos en la actualidad?

Hace poco publiqué en la revista Noaj (que es “Noé”, en hebreo), de Israel, un artículo sobre qué influencia tuvo el exilio en mi perspectiva. Bien. La respuesta es obvia: la Argentina se relativizó ante mis ojos; me trajo la humildad de ver a mi país de origen en dimensiones más reales, al castellano como un idioma de mediano tamaño en la proyección del mundo, a mis ideas políticas en un contexto más vasto; a mis héroes de la infancia (San Martín, Belgrano, Moreno…) en una perspectiva mucho mayor, más modestos. También a mí mismo: imaginen que al llegar y ubicarnos en el centro de absorción (“mercaz/clita”) a donde nos enviaron a vivir, vino a visitarnos un miembro del gabinete: desconcierto, orgullo… Aprendizaje de la modestia.

Desde los Estados Unidos volví a publicar en la Argentina a través de la editorial Paradiso, lo que indica que considero a los lectores argentinos como interlocutores válidos y activos, como los de cualquier otro país donde se me lea. Consideren que el objeto mismo de mis preocupaciones ha cambiado: antes me centraba en la Argentina, después me centré en parte en Israel y Palestina, ahora tiendo a pensar en el mundo en general: el imperialismo norteamericano centrado en el Medio Oriente, la globalización, toda Latinoamérica…

La lucha armada

¿La formación y discusión intelectual se enfrentó con las modalidades de acción política y la posibilidad real de la lucha armada?

Tanto en el MLN como en Acción Comunista se preveía que la revolución se iba a realizar por el alzamiento de la clase obrera y de los obreros del campo, arrastrando quizás a los pequeñoburgueses y campesinos. La acción política iba dirigida en ese sentido, en la teoría y en la práctica: desde la realización de acciones al margen de la legitimidad burguesa: pintadas en la propia Casa Rosada –para dar un ejemplo un poco infantil– hasta infracciones mayores. Pero conservando el principio de no pretender reemplazar a la clase por una vanguardia de iluminados, tipo ERP, por ejemplo. Ese cuidado se acentuó en Acción Comunista, que procedía del ERP –una escisión, sobre todo en la Capital Federal y alrededores, a la que se unieron partes del MLN.

Aportes del MLN y Acción Comunista

Charlando con Américo Cristófalo sobre su experiencia política en los años setenta, él nos refería cómo usted había analizado lúcidamente la dureza que el golpe de estado inminente podía desatar, consideración que no todos los grupos de izquierda acordaron en tener entonces y que muchos, de hecho, descartaron como posibilidad. Sin internarnos en los vericuetos de la formación y desarrollo del MALENA y Acción Comunista, ¿cuál cree usted que fue el aporte de estos grupos a la cultura de izquierda argentina y cuál su límite?

Considerando que usted es uno de los pensadores y militantes que intentaron definir y realizar una izquierda nacional en la Argentina, ¿qué posibilidades encuentra hoy para las izquierdas nacionales latinoamericanas en este contexto de crisis internacional y fortalecimiento de las alianzas regionales?

Uno de los aportes que hicimos, tanto desde el MLN como de Acción Comunista fue el de la democracia interna, real y efectiva. Tanto así, que en el MLN me removieron de mi cargo como Secretario General cuando introduje la discusión sobre la autodeterminación o la liberación nacional para plantear que ya estaba alcanzada.

La mayoría de los militantes lo decidió, y yo acepté su decisión, ocupando un lugar en las bases para dar la batalla. En Acción Comunista ocurrió algo similar: estaba yo encargado de la dirección del periódico (Orientación), y fui removido del cargo sin problemas –asimismo lo recuperé sin problemas, cuando los militantes lo decidieron. Compárese eso con lo que ocurría en las organizaciones de izquierda y en los partidos políticos burgueses: en todos, los cargos directivos eran algo así como inamovibles y vitalicios.

Otro aporte, aunque éste no exclusivo, fue la búsqueda de un punto de vista local para el ejercicio de la política, en varios sentidos: considerar a la Argentina como una realidad diferente de la de otros países, lo que exigía buscar políticas propias y singulares; la necesidad de una conciencia local, que recurriera a la propia tradición de luchas obreras y que limitara la cita constante de ejemplos ajenos –sobre todo de la Unión Soviética y de Europa (aunque claro está, sin perder de vista el carácter internacional y global de la lucha obrera, la hermandad entre los pueblos).

Otro punto residió en las alianzas posibles en la lucha con clases diferentes de la obrera (considerábamos, en el caso argentina, limitada a los obreros del campo, con exclusión de los grupos burgueses y pequeñoburgueses –esto nos llevó a algunas fricciones en común con el Partido Comunista de Santa Fe, y, al plantearse las elecciones para gobernador, ellos propusieron que lleváramos la fórmula de Alejandro Gómez, el vicepresidente defenestrado del frondicismo. La idea del PC era la de colaboración con la burguesía nacional. Nosotros nos negamos a la propuesta, propusimos un militante de izquierda, les ofrecimos llevar uno del propio PC. Ellos rechazaron la idea como “una provocación” de nuestra parte).

La principal limitación, creo, provenía de nuestra escasa fuerza, de nuestra pequeñez, que hacía que nuestra influencia fuera limitada.

Creo que la aparición de alianzas regionales y la crisis internacional no invalidan para nada la lucha por izquierdas nacionales. Las realidades locales no han desaparecido (¿acaso es lo mismo la lucha en la Argentina que en Bolivia o en Brasil?). La nación es el resultado de la acción de las burguesías, pero es una REALIDAD PERSISTENTE PARA LA LUCHA OBRERA. Para tomar en cuenta los casos citados: ¿acaso existe algo similar en la Argentina al peso de los indígenas de Bolivia o al de los campesinos en Brasil?.

 

Mitos 

Tanto usted como su hermano han observado críticamente y analizado la cuestión peronista como uno de los modos de la cultura (política y económica) nacional. En 2010, en otra entrevista, señalaba la instauración de “mitos” como funcionamiento en la cultura local. ¿Cuál le parece que son los “mitos” a desentrañar? ¿Habría “mitos” positivos para el desarrollo político?

Hay mitos y mitos. No me parece mal que exista un mito como el de Carlos Gardel. Al contrario. Pero otro mitos sería bueno que se desentrañaran, como el de Perón, que se volatilizaran. Sé que no es posible, y que perdurarán, para seguir creando una traba en la conciencia de los argentinos. En el desarrollo de esa conciencia.

No creo que existan mitos positivos para el desarrollo político, ya que de por sí los mitos son mistificaciones, indican falta de claridad, confusión, zonas grises que limitan o impiden la conciencia de los pueblos. El “mito” de la “guerra sucia” de los militares del 76 ¿Sirve de algo? Sí, sirvió y sirve para mantener un prejuicio de las clases altas, y gran parte de las clases medias compartieron, y aun cuando hoy se juzgue a los militares genocidas, si esas clases no se hacen la autocrítica retrospectiva de nada valdrán las condenas a aquellos, salvo para que quienes fueron sus cómplices se laven las manos.

El Perón que prometió durante su primer gobierno “cinco por uno, no quedará ninguno”, el Perón que expresó su simpatía hacia los militares sediciosos, que exclamó “llegará el tiempo de tomar las armas y luchar” cuando el golpe contra Illia, el que autorizó la colaboración con los servicios de seguridad de Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil en 1974, según aseguró Vernon Walters, subdirector de la CIA de Estados Unidos ¿es un mito positivo? ¡y perdóneseme la retórica!

 

Septiembre-Octubre 2011